Charlas


AFRONTAR LOS CONFLICTOS EN EL AULA

No debemos evitar los conflictos, pues estos nos ayudan a crecer y a ser mejores profesores. Que cierto es el dicho de “se aprende más de los fracasos que de los éxitos”. Pues sí, es así. Aunque nos duela en muchas ocasiones, debemos ser fuertes y afrontar los problemas e intentar buscarles solución. Todo en la vida tiene solución menos la muerte. Una vez superados estos problemas seremos más  fuertes interiormente y estaremos más capacitados para impartir una clase.
En alumno tiene que sentir que el profesor tiene autoridad pero al igual que muchos animales, los seres humanos sentimos cuando otra persona tiene miedo o está nerviosa, y los niños en muchas ocasiones son más sensibles a estos estados que los adultos. Por tanto, el profesor tiene que dar siempre una imagen de serenidad  y saber estar que vaya a la par con esa imagen autoritaria,  pues ese nerviosismo se contagia facilmente a los estudiantes.
Sin duda alguna, debemos cortar los conflictos de raíz y evitar que se hagan más grandes. Un simple insulto entre alumnos aunque parezca inofensivo puede ser un problema que se haga más grande y acabe en algo mucho peor. Por ello debemos hablar con los alumnos y dejarles claro las leyes de convivencia del aula desde el primer día.
Debemos crear un clima de convivencia en el aula favorable para todos. Un ambiente bueno donde de gusto impartir una lección y donde los alumnos se sientan cómodos y sin miedo a participar de su aprendizaje.
Se deben de tener claros una serie de principios en el aula que nos van a servir de gran ayuda. No debemos hacer más grande un problema de lo que realmente es.  Debemos economizar una serie de elementos para que sean resueltos los conflictos de la forma más rápida e indolora posible. Resolver un conflicto no tiene que ser motivo de ningún trauma. Con un simple gesto o una correccíon breve se puede corregir a un alumno. No es necesario sermonearle ni hacer partícipe a toda la clase. Los demás alumnos no tienen porqué aguantar un sermón a un alumno que se ha portado mal.
El profesor aparte de ejercer como tal, hace un poco de psicólogo y conoce a sus alumnos. Sabe quién es el payaso de la clase, el tímido o el vago. El profesor debe conocer las causas de determinadas conductas y atacar en el origen, hablando con el alumno, conociendo sus problemas y sabiendo como tiene que actuar con cada alumno y en que momento hacerlo. Castigar a un alumno tiene que ser el último recurso.

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